martes, 5 de julio de 2011

Escuchar a los bebés



 Los bebés tienen 3 necesidades comunes: Necesitan conectar con sus cuidadores, recibir señales sensoriales concretas para responder adecuadamente y ser escuchados. Cuando estos tres factores tienen lugar en un ambiente amoroso, los bebés irradian salud, bienestar y satisfacción. En cambio, cuando alguna de estas necesidades no se da, el bebé tiene que emplear gran energía para adaptarse a las consecuencias.

Los bebés necesitan conectar con sus cuidadores Joseh Chilton Pearce, en “La Mágica maduración del bebé” enfatiza que es innato en los/as niños/as “seguir el modelo” que padres y madres les presentan. Explica que el cianotipo interno, en su proceso de desarrollo, contiene todas las posibilidades para su realización. Por lo tanto, las experiencias particulares que tienen dependen de lo que sus modelos reflejan en ellos/as. El cianotipo interior lleva al niño y la niña a buscar aquellos espejos y a interaccionar con ellos.
Al comprender esta idea podemos empezar a ver la importancia de las sutiles señales que damos a nuestros bebés.Para que un bebé crezca con seguridad y confianza se le debe tener en cuenta en su totalidad desde un principio. ¿Cómo lo logramos? Simplemente transmitiendo respeto, prestando atención, con honestidad y ofreciendo amor incondicional.Las familias que no creen que su bebé tenga la capacidad de interacción o   que no es suficientemente rápido para captar las señales y estímulos del medioambiente, no tienen en cuenta la presencia del bebé. Éste recibe ese mensaje: “no soy merecedor de respeto”. Y ahí surge su conflicto interno, al asumir las limitaciones que le han dado a través del mensaje que le llega de su padre y madre, con quienes se ve impulsado a estar de acuerdo.
De este conflicto puede surgir frustración y más tarde enojo, depresión y falta de fe. Por la manera que nuestra sociedad está estructurada, raramente nos damos cuenta de todo esto hasta que la niña y el niño es adulta, cuando su manera de ser cuenta más, por su capacidad, para formar parte de la sociedad como un todo. Ahí se hace evidente, la gente a quien le es imposible DAR, o que persiste en comportamientos autodestructivos, vengándose y destruyendo a quienes les rodean.

 Los bebés que necesitan señales sensoriales.
El bebé desde que nace está preparado para todo tipo de aprendizaje. Las hormonas del estrés producidas en el parto han ayudado a crear un gran número de conexiones entre neuronas. Pero si su cuerpito sigue produciendo hormonas del estrés, tiene lugar una especie de shock con el cual el cerebro se bloquea. El sueño invadirá al bebé, estará irritable, no participará y sonreirá poco durante las primeras 4 o 6 semanas de vida.El cerebro del bebé precisa de ciertas señales que le indiquen que puede parar la producción de hormonas del estrés inmediatamente después del nacimiento.Estas señales vienen del sistema sensorial y de su relación con la figura de apego. En ello influye el contacto con la mirada, contacto piel a piel, reconocimiento del sonido de la respiración de la persona adulta que le cuida, de los latidos del corazón, el olor de su cuerpo y el sonido de su voz.Al recibir estas señales, el bebé, detiene la producción de hormonas del estrés, y su cuerpito se prepara para nuevas conexiones cerebrales. De este modo responderá, será interactivo y sonriente dentro de las 24/48 horas después de nacer. Estas señales placenteras del bebé son recibidos por la persona que le cuida creando y fortaleciendo los vínculos afectivos. La persona que le cuida sigue produciendo señales sensoriales, variándolas y adaptándolas a cada etapa del desarrollo del bebé, logrando así que crezca en un ambiente de seguridad y amor.No obstante, los bebés que por alguna razón han sufrido estrés después del nacimiento, por ejemplo los prematuros, no están sentenciados a un desarrollo emocional y espiritual menos óptimo. Sólo es cuestión de ser conscientes y tener paciencia con él, ofreciéndole seguridad y dándole tiempo para que, poco a poco, pueda abrirse.
Muchas veces, a causa del estrés que sufren las familias (y por los recuerdos de una infancia poco óptima) se produce una frustración por falta de respuesta del bebé. Albergando la idea de que no se es buena madre o padre o que su bebé es incapaz de comprender, las familias empiezan a sentirse impotentes e inútiles y, sin proponérselo, se convierten en modelos de frustración para el/a pequeño/a.
Podemos encontrar muchos estudios que demuestran que los bebés son capaces de comprender lo que sucede a su alrededor más de lo que nosotros creemos. Tienen diferentes maneras de procesar la información y de interpretar las cosas. Son capaces de captar las energías esenciales y los mensajes (sentimientos ambientales) de las situaciones y de las personas que lo rodean, principalmente de sus progenitores. Además, tienen sus propios sentimientos y la necesidad de expresarlos.

 Los bebés necesitan ser escuchados
 Escuchar a un bebé con interés y comprensión, no es diferente de escuchar a un niño/a o a una persona adulta. Se requiere empatía, amor y respeto. Una de las razones por las cuales nos cuesta un poco escuchar a nuestros bebés es porque en nuestra infancia puede haber habido muchas frustraciones y sentimientos desatendidos. Cuando les escuchamos llorar, más que percibir de verdad qué nos dicen, sobreponemos  nuestro/a niño/a interno/a. Nuestro impulso más fuerte es calmarle.
Busquemos un ejemplo: Imagina que acabas de pasar por una situación traumática que te afectó profundamente; estás a punto de llorar, te sientes incapaz de relajarte y concentrarte. Acudes a tu pareja o amigo/a en busca de ayuda. Empiezas a contarle tu problema y lo mal que te sientes. Después de un momento de simpatía, esta persona te dice: “Bueno no es nada. No llores por favor. No puedo soportar verte llorar. ¿Quieres comer algo? Deberías ir al doctor…” Probablemente seques tus lágrimas y guardes tu dolor porque las respuestas de esa persona te han indicado que no está bien ese comportamiento.
Ahora imaginemos la misma situación con una respuesta diferente, con otra persona. Empiezas a hablar de tu problema y cómo te sientes. En esta ocasión te responde: “Estoy contigo. Cuéntame todo. Veo que estás sufriendo y deseo que sepas que te quiero y que me gustaría ayudarte y compartir esto contigo”. Te abraza, conteniéndote con sus brazos. En este caso tú te relajas, sintiendo la seguridad de su presencia. Sientes su soporte y confianza y la posibilidad de descargarte. Finalmente, puedes centrarte de nuevo. Tu amigo o amiga se siente bien por ayudarte y tú estás mucho mejor y recuperas tu ánimo.
Con los bebés sucede exactamente  lo mismo. Necesitan ser escuchados como cualquier persona.
  
  
Como escuchar a un bebé.
 Es importante permanecer junto al bebé de una forma relajada y receptiva, respondiéndole y atendiendo el lenguaje de su cuerpo. Observar su boca y lo que dicen sus ojos. Cuando tengo la seguridad de que se siente escuchado y ha dicho todo lo que tenía que decir, lo abrazo, arrullo, camino o le doy golpecitos suaves para ayudarle a organizarse de nuevo. Un bebé que se siente escuchado se mostrará más confiado la próxima vez.
Cuando escuchamos de verdad a un bebé, estamos cubriendo sus necesidades psicológicas. El mensaje es: “Tú te mereces respeto. Te aceptamos tal cual eres”. Eso satisface al bebé y crece en confianza, sintiendo que tiene un lugar en el mundo. Sus receptores sensoriales toman ese mensaje y todo su cuerpo se relaja.


Fuente:
Manual del Instructor de Masaje Infantil. Asociación Internacional de Masaje Infantil. Vimala Scneider

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